sábado, 3 de septiembre de 2011

Alicia y el tiempo

El otro día el médico me habló de lo que ocurre cuando el tiempo pasa… la caída de las hojas, el paso de las estaciones… El tiempo en sus diferentes dimensiones, su velocidad: a veces lento otras demasiado deprisa. La cuestión es que transcurra como transcurra al final siempre plantea un grave problema.
Lewis Carrol en su obra Alicia en el país de las maravillas construye una alegoría del tiempo en diferentes capitulo, concretamente en el capítulo 7 “ Una merienda de Locos”. El tiempo de alguna manera es uno de los protagonista de su libro. La referencia continua del texto en al tiempo, podría metaforizarse como el encuentro de Alicia con éste, que en el capítulo ante aludido se personifica en los tres actantes , liebre, lirón y sombrerero. El futuro estaría representado por el lirón que duerme, el pasado por la liebre que es la que tiene el reloj e intenta arreglarlo con mantequilla y el presente por el sombrerero loco.
Para hacer esta afirmación nos basamos en la interpretaciones que el historiador latino Macrobio daba a la bestia de tres cabezas (león, lobo y perro) que acompañaba al dios egipcio Serapis, deduciendo que el león denotaba el presente que es fuerte; el lobo, el pasado que devora la memoria y nos arrebata los despojos del presente y el complaciente perro es el futuro. Una forma de representar la fluidez y la unidad simultanea del tiempo .
Decía Gastón Bachelard que escuchando la sinfonía de los instantes, se sienten frases que mueren, frases que caen y son arrastradas al pasado pero al ser una apariencia secundaria, esa huida hacia el pasado es relativa, el ser es un lugar de resonancia a los ritmos de los instantes y, como tal, podríamos decir que tiene un pasado, como se dice que un eco tiene una voz. Pero ese pasado es sólo un hábito presente y ese estado presente del pasado sigue siendo una metáfora. El hábito es un juego que prosigue, una frase musical que debe repetirse porque es parte de una sinfonía. El pasado es en nosotros una voz que encontró eco. Mediante esta síntesis, el pasado cobra entonces el peso de la realidad.


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